En el sur del Huila, reciclan y recuperan ecosistemas

Esta actividad nació en zona rural del municipio de Suaza, para contrarrestar la inadecuada disposición final de los envases de agroquímicos, que pasaron de ser arrojados a las riberas de los ríos a servir como pago para la inscripción de un campeonato de fútbol.

‘Métele el gol a la contaminación’ es una estrategia implementada por la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena CAM que combina el deporte con la conservación de los recursos naturales y el reciclaje. Esta práctica que consiste en que cada jugador, el día de la inscripción de su equipo, lleve media bolsa de envases de agroquímicos con el triple lavado y media bolsa de residuos reciclables, ya ha logrado descontaminar las microcuencas de la quebrada Emaya y la quebrada La Paja.

“Dentro de la cuenca del río Suaza visibilizamos dos problemáticas; una era la disposición final de envases de agroquímicos y el material reciclable que estaban siendo quemados, enterrados o arrojados a las fuentes hídricas generando contaminación, por lo que nos preguntamos cuál era la mejor manera de poder conseguir con las comunidades llevar todo esto de manera voluntaria a un centro de acopio para su disposición final”, explicó Camilo Alfonso Perdomo Hoyos, Profesional de los Planes de Ordenación y Manejo de Cuencas Hidrográficas – Pomca Río Suaza.

‘Métele el gol a la contaminación’ que busca diversificar la economía campesina con la venta del material reciclable, así como mejorar la calidad de vida de los productores, disminuir los residuos que van a una inadecuada disposición sumado al fortalecimiento de la educación y conciencia ambiental de los agricultores fue todo un cambio de paradigma en Suaza como lo asegura Orlando Audor, residente de la vereda El Vegón e integrante de un equipo de fútbol.

Así mismo concluyó José Elver Becerra, futbolista y residente de la vereda San Calixto, a quien era la primera vez que le proponían algo así “y pues nos pusimos a la tarea de recoger 12 tuladas, seis de reciclaje y seis tarros de veneno que dejaron de contaminar las aguas y nos dieron la oportunidad de ahorrarnos lo de la inscripción”.